El comediante, conocido como Chespirito, falleció a los 85 años en su austera casa de Cancún. Su programa duró ininterrumpidamente 25 años. Se dejó de grabar en 1996 y hasta el día de hoy continúa pasándose en el mundo.
Roberto Gómez Bolaños murió hoy a los 85 años en su casa de Cancún, donde vivió los últimos años, tal como confirmaron los principales medios mexicanos. El autor, director, comediante conocido con el pseudónimo de Chespirito, y famoso mundialmente por haber creado y encarnado el entrañable personaje protagonista de la serie El Chavo del 8, sufría de problemas respiratorios que lo mantuvieron internado en muchas ocasiones durante los últimos tiempos.
El comediante hizo frente durante toda su vida a reiterados problemas de salud porque padecía un mal congénito que debilitó su audición y su equilibrio, razón por la cual en muchas ocasiones se presentaba en una silla de ruedas ante el público. En 1994, se le detectó un enfisema pulmonar. Sin embargo, pese al deterioro físico y al paso de los años se mantenía muy activo. Su cuenta de Twitter, que abrió en 2011, sumaba más de 6,5 millones de seguidores.
Personajes inolvidables, muletillas, chistes, frases, refranes cambiados. Gómez Bolaños se fue, pero dejó cientos de imágenes y palabras que le suenan una y otra vez a varias generaciones. Abandonó esta vida a los 85 años y una abundante lista de entrañables creaciones cómicas que lo hicieron famoso en más de 90 países y 50 idiomas. Prueba indiscutible de su humor universal.
Mexicano, nacido el 21 de febrero de 1929. Fue el segundo hijo (de tres) de una familia de clase media. Su padre, artista y bohemio, murió cuando él era muy pequeño; su madre, mujer a cargo de tres niños, dio todo por ellos.
Gómez Bolaños transcurrió una infancia repleta de miedos, pero supo sacarle provecho y, a partir de ellos, construyó muchas de sus caracterizaciones. Fue un hábil deportista; destacado boxeador y futbolista amateur. Tuvo la astucia de capitalizar la agilidad de su cuerpo para la actuación, con saltos, tropiezos y caídas. Era bueno con el dibujo y las matemáticas. Comenzó la carrera de ingeniería, pero nunca la terminó. Sus habilidades artísticas y el querer escapar de un futuro monótono, lo llevaron por otro camino. Afortunadamente.
Sus inicios fueron como escritor, en publicidad primero, donde su nivel de comicidad y buena redacción lo destacaron. De allí, pasó a la radio y luego a la televisión, donde unió la escritura y el humor, con la actuación. Esto impactó en su carrera y saltó a la fama. La primera vez que actuó fue a los 29 años como reemplazo en un programa en vivo y después de eso vinieron papeles pequeños en distintos ciclos.
En 1958, se inició en el cine, como adaptador de la película Los legionarios, con sus anteriores compañeros de televisión, el dueto cómico Viruta y Capulina. Su apodo, Chespirito, que lo acompañó toda su vida, fue obra del director de cine de este film, quien sorprendido por su excelente escritura, decía que era como un Shakeaspeare chiquito, un Shakeasperito. El mismo Gómez Bolaños lo castellanizado y de ahí Chespirito.
Entre 1960 y 1965, escribió guiones para dos programas de grandes audiencias en México: Cómicos y canciones y Estudio de Pedro Vargas. Su talento provocó celos que llevaron a la separación de los actores y a un cambio de rumbo: escribir sólo para lo que él actuara.
Si primer intento fue un fracaso. Pero luego vino un ofrecimiento que lo puso en juego nuevamente: hacer sketches dentro de un exitoso programa de la misma cadena televisiva. Fueron los primeros atisbos de los personajes que vinieron después. Eso sí resultó y entonces se formó Los supergenios de la Mesa cuadrada, otro programa propio, semanal, pero con mayores repercusiones.
Entre todas esas caracterizaciones, nació en 1970 una de sus obras maestras, el Chapulín Colorado, quien fuera ofrecido a varios cómicos que no quisieran actuarlo, porque no le veían futuro. Chespirito, convencido de que sería un éxito, lo personificó. Con él, Gómez Bolaños cruzó fronteras y cobró protagonismo en varios países del mundo.
Tenía bien en claro cuál era la magia del Chapulín. En una entrevista en el recordado programa argentino La noticia rebelde, dijo en respuesta a la comparación con Batman o Superman: "El heroísmo no consiste en carecer de miedo, sino en superarlo. Los superhéroes son todopoderosos y no pueden tener miedo. El Chapulín Colorado se muere de miedo, es torpe, débil y consiente de esas deficiencias se enfrenta al problema. Los héroes, la mayoría de las veces pierden y después sus ideas triunfan…"
Su siguiente famosa creación fue el Chavo del 8, que tenía una profunda raíz social en toda Latinoamérica.
El Chavo estaba acompañado por Quico (Carlos Villagrán), Don Ramón (Ramón Valdés), Doña Florinda (Florinda Meza), el Profesor Jirafales (Rubén Aguirre), Noño (Édgar Vivar), La Bruja del 71 (Angelines Fernández) y La Chilindrina (María Antonieta de las Nieves).
Otros adorados que encarnaba Chespirito fueron el Chómpiras, el Doctor Chapatín y Chaparrón Bonaparte, entre otros, que formaban distintos sketchs en los que participaban los actores anteriores que mutaban en distintas creaciones.
No conforme con sus éxitos, tomó las riendas de su propia producción y comenzó a dirigir, dando a cada uno de los personajes secundarios cada vez más fuerza e igual participación, muy novedoso para la época.
La fama de estas caracterizaciones llevó a comenzar con giras por varios países y a despertar el fanatismo de miles de personas en los teatros y en las calles.
Esto trajo grande ausencias, distancias e infidelidades, lo cual generó su separación con su primera esposa, Graciela Fernandéz, con quien tuvo seis hijos. Florinda Mesa fue su segundo amor y quien estuvo a su lado hasta el final de sus días.
De sus más exitosas interpretaciones salieron frases como, "que no panda el cúnico", "lo sospeché desde un principio", "todos mis movimientos están fríamente calculados", " fue sin querer queriendo", "es que no me tienen paciencia", y otros tantos dichos, frases o refranes confundidos, que despertaron la risa de una inmensa audiencia alrededor del mundo. Atento observador de sus hijos y sobrinos, Gómez Bolaños confesó que muchos de estas frases y otros aspectos los copió de ellos.
A lo largo del tiempo, el cine lo pedía, y comenzaron a surgir films con los mismos actores pero distintos personajes, conquistas que se sucedían una tras otra, como El Chanfle y El Chanfle 2, entre otros.
El ocaso del programa fue gradual. Comenzó con algunas peleas, en la mayoría de los casos por el uso de los nombres ficticios por parte de los actores por fuera del programa –los casos más conocidos fueron con Carlos Villagrán y María Antonieta de las Nieves- y las desapariciones físicas de otros como el Chato Padilla, Angelines Fernández y el más entrañable Ramón Valdés.
El programa duró ininterrumpidamente 25 años, cuando Chespirito, transitaba los 66 de edad. Terminó en 1996 y hasta el día de hoy continúa con repeticiones. Retornó al teatro, pero no con los personajes de la tele. Así la obra titulada 11 y 12 fue la que tuvo mayor éxito en México. Fue activo políticamente (y controversial en muchas ocasiones) con posturas criticadas. Cuando El Chavo cumplió los 30 años, en 2000, Chespirito recibió un homenaje denominado ¡No contaban con mi astucia!, organizado por Televisa. En 2013, recibió el Premio Ondas Iberoamericano a la trayectoria más destacada en televisión.
Los años previos a morir, Chespirito quiso estar a la altura de las circunstancias de la modernidad e incursionó en la red social Twitter. Llegó a tener más de 6 millones de seguidores, plena demostración del cariño y la nostalgia que despierta hasta el día en el mundo entero.