Año 1993, fervor menemista. Ruperto Peto Godoy, el candidato de Carlos Saúl Menem. |
Cuando uno participa en diversos actos, presentaciones o manifestaciones, no tarda en aparecer como actriz principal la injusticia.
Ésta se hace presente en el caso Tellechea, en el chico baleado por la espalda en Pocito, en los integrantes de los colectivos LGTB, que son detenidos, golpeados, humillados, por el mal preparado brazo ejecutor de la ley. Pero también en los chicos del colectivo de artistas callejeros que son perseguidos de forma constante con el fin de eliminarlos de las calles cuando en las grandes ciudades ya son parte del paisaje en un intento de sobrevivir honestamente o cuando un Juez prima los valores de una empresa privada sobre una comunidad de pueblos originarios que lleva más de cien años en el lugar. Es triste, pero ya se ha hecho parte de nuestra forma de vivir en sociedad.
Con la designación de personas como el Senador Ruperto Godoy al Concejo de la Magistratura, se pierden las esperanzas de contar en un futuro con una justicia eficiente y mundana. Nuevamente ha triunfado el corporativismo partidario, este órgano del Estado creado para designar y controlar jueces va a estar supervisado por una persona que no dudó en poner a su nuera en la plantilla del Senado como contratada (ver nota), mostrando una notable falta de sensibilidad y sentido común.
El mismo que fue “el candidato de Menem”, como puede verse en la foto que ilustra esta nota. Del mismo Menem que voló una ciudad como Rìo Tercero y fue sobreseído por un tribunal afín (ver nota). Quizás todo esto suena un poco pesimista, pero los jueces que sean designados ahora regentearán nuestras vidas por los próximos veinticinco años.
Este tipo de designación debería ser sometido a un plebiscito, donde puedan candidatearse gente de probada honestidad y que puedan sostener una posición apartidaría. Somos una joven democracia y aún nos queda mucho por recorrer. Mientras tanto, nos seguiremos encontrando en pequeñas manifestaciones, apoyando a víctimas de nuestro endogámico, atrasado e injusto sistema judicial, rogando que el juez de turno se sienta presionado y se mueva un poco.