Algunos medios de San Juan dan noticia y protestan porque unas chicas se sacaron fotos (supuestamente muy irrespetuosas) junto a la estatua de Sarmiento, y luego las publicaron en las redes sociales. Se menciona que serían sancionadas por supuesta violación al código de faltas. Las fotos del escándalo son las dos que publicamos, una con la chica a peteco y la otra en la que parece que Sarmiento le toca el culo a la mujer.
¿Eso es la falta de respeto al prócer? ¿A Sarmiento que escribió en su cuaderno de viajes cuanta plata gastaba en orgías, el mismo que cuenta sobre la terrible erección que tuvo cuando dialogaba con Marquita Sánchez de Thompson?
No creemos que se hubiese enojado mucho con la broma de las chicas. En cambio, es bastante seguro que se habría enfadado con la foto de Macri o con el patético discurso de Massa hablándole a una esfinge inerte.
Más allá de conjeturar sobre las reacciones de Domingo Faustino, podemos afirmar casi con certeza que la autentica irreverencia es haber puesto ese grotesco muñeco en la puerta de su casa natal. Ese monigote no es una obra de arte, no está construido para el homenaje ni para la memoria, es un chiste carnavalesco, un payasada tipo Disneylandia, es un frívolo entretenimiento para turistas ignorantes. No sé quien será el funcionario responsable de tamaña injuria, pero nos extraña que los muchos sanjuaninos que se perciben a sí mismos como “sarmientistas”, no hayan reclamado desde el comienzo que se retire de la vereda del museo histórico al espantoso muñeco que parodia la figura de Sarmiento.