El Papa le dio un consejo al juez Lijo: “Si la prudencia se convierte en inacción, es cobardía”. Ariel Lijo estuvo con Francisco en el Vaticano el 6 de mayo. Recién ahora se conoció parte del diálogo que mantuvieron.
Si es cierto que “Dios está en los detalles”, la visita que el juez federal Ariel Lijo le hizo al Papa Francisco hace tres semanas estuvo regada de frases y gestos enhebrados en un mismo, único sentido: la lucha contra la corrupción. “Está bien ser prudentes. Pero si la prudencia se convierte en inacción, eso es cobardía ”, le dijo a Lijo durante la larga entrevista que mantuvieron en una tibia mañana romana.
El juez tenía planificado un viaje familiar que tendría una escala en Roma. Conociendo la estrecha amistad del Papa con el legislador porteño y referente de la organización antitrata La Alameda, Gustavo Vera, le preguntó si era posible conocer a Francisco. “El Papa lo identifica a Lijo por varias de sus sentencias contra el trabajo esclavo", recordó Vera.
El encuentro fue el 6 de mayo y duró una hora y media. En los primeros treinta minutos conversaron sobre temas familiares y personales. Luego, el diálogo abordó el trabajo actual de Lijo, desgranando el Juez los problemas y las presiones que debe enfrentar a diario. “Francisco le dijo que siempre había que respetar los mandatos institucionales y ser cuidadoso con los tiempos, pero que los jueces debían tener más independencia y profundizar sus investigaciones sin temor ”, repasa Vera.
“Creo que con esas palabras Lijo entendió que podía tener algún tipo de luz verde o de respaldo espiritual para avanzar con los expedientes más incómodos para el poder”, interpreta el legislador. “Fue como si hubiéramos comprendido qué quiere decir el Papa cuando repite ‘cuiden a Cristina’”, dice.
El Papa también quiso saber si el juez federal tiene jurys en su contra en el Consejo de la Magistratura. Lijo le respondió que no. “Tenemos que ser muy prudentes”, le comentó a Francisco. Entonces, según Vera, el Papa fue más directo: “Está bien. Pero si la prudencia se convierte en inacción, eso es cobardía”. “Fue un momento muy fuerte”, recuerda Vera.
El encuentro finalizó entre abrazos y bendiciones. El juez estaba muy emocionado por el encuentro, y especialmente por el trato afectuoso que Francisco les había dispensado a su esposa y su mamá. Un rato después, la comitiva cruzó el río Tíber y se intercambiaron las primeras impresiones durante un almuerzo en el barrio del Trastevere. Los expedientes sobre Boudou y la ruta de la efedrina fueron mencionados en varias ocasiones.
Vera cree que Lijo es parte de un grupo de jueces que tienen en sus manos causas comprometedoras para varios funcionarios y que, sometidos a una inmensa presión, están buscando señales de apoyo para avanzar con sus investigaciones. El mensaje que Lijo se trajo para los jueces locales bien podría resumirse con una de las frases que Francisco convirtió en eslogan mundial: ‘pecadores sí, corruptos no’”, sonríe el referente de La Alameda. Y ofrece la última perla: “en una carta personal que Francisco me envió el viernes, repite la misma consigna: ‘hay que ser implacable con la corrupción. Es difícil, sí. Pero hay que hacerlo’”.
El contador Alfredo Popritkin conoce a Lijo desde sus tiempos como perito contable de la Corte. No participó de la reunión con Francisco, pero compartió con Vera y Lijo el resto de la estadía. Recuerda que para el juez “la sorpresa fue grande, pues no sólo encontró el apoyo moral que había ido a buscar, sino que recibió el firme mandato de Francisco de actuar con valentía. Por lo que vimos anteayer, Lijo no tardó en escuchar ese consejo”, deduce el contador.