Así lo afirma el sitio La Política on line. El jefe de Gabinete cree que hace falta volver a subir el precio del dólar pero el ministro rebelde se resiste. A tres meses de la mayor devaluación en más de una década, Jorge Todo Terreno Capitanich considera necesario volver a subir el tipo de cambio pero choca con Axel La Joven Guardia Kicillof, quien está convencido de que no es el momento.
El miércoles el ministro volvió a ir al Banco Central para reunirse con el presidente Juan Carlos Fábrega, a quien le recriminó la fuerte suba de las tasas de interés. Fue esa medida una de las armas de Fábrega tranquilizar la plaza cambiaria y cuando legisladores radicales lo advirtieron sobre los efectos recesivos, no dudo en tirarle la pelota al ministro: “Ese problema es de la política económica”, respondió. El ministro tomó nota y le fue a pedir una baja de tasas y frenar el dólar en los 8 pesos que está anclado. En este último punto, Kicillof tiene que confrontar con Capitanich, quien dice ser ideólogo de la devaluación de enero, que luego le fue atribuida a Fábrega.
“En 2010 y 2011 se devaluaba unos puntos y los salarios aumentaban más de 20%. Es insostenible este esquema”, planteaba por el chaqueño. La última salida que había intentado fue un endeudamiento expansivo mediante inversiones de China y Rusia, pero no lo logró: los viajes de Kicillof por esas latitudes fueron un fracaso. Consumada la devaluación, la idea de Capitanich era un dólar a 9 pesos y no a 7,90, paridad que luego impuso Kicillof para luego anclarlo en 8 pesos. A un trimestre de aquellos días de furia financiera, el debate del Gobierno es si la devaluación alcanzó para sostener el nivel de reservas y dar competitividad a las economías regionales o si todo debe volver a fojas cero.
Kicillof se resiste. Teme que otra suba de la divisa tire por la borda el control de precios que usa como bandera para anunciar una “desaceleración” progresiva de la inflación, que las consultoras privadas niegan. El dilema será hasta cuando puede resistir el dólar a este precio, con aumentos salariales e inflación no menor al 30%. Fábrega hoy recibe divisas de la liquidación de granos pero debe desprenderse de otro tanto para importar energía y pagar deuda. En septiembre, el campo dejará de aportar y ahí volverá a verse su capacidad para sostener el tipo de cambio. Fue en esa fecha del año pasado cuando empezó una caída estrepitosa de divisas que sólo pudo frenar la devaluación y la suba de tasas.
En esos meses los chacareros apostaron fuerte a la devaluación y frenaron los embarques. Ni siquiera la devaluación de enero los conformó y recién cuando Capitanich negoció una baja en el IVA se desprendieron de sus granos. En sectores agropecuarios debate por estas horas si no volverán a frenar parte de la cosecha a la espera de una devaluación mayor. ¿Acaso el Gobierno tiene reservas como para resistir un desafío así? De ocurrir, sería el puntapié inicial para volver a poner la devaluación como tema principal en la Casa Rosada, donde hoy no todos quieren mencionarla.