La fábrica había sido inaugurada en el 2012 por Cristina La Muchacha Progre. En Barrick siguen echando trabajadores de la minería. Ahora se suma este nuevo fracaso de un modelo económico nacional que repercute en el epígono local, José Luis El Vale Todo Gioja, que sigue al pie de la letra los mandatos del kirchnerismo.
Duró sólo 14 meses el hecho de que en San Juan se confeccionaban las Lacoste, las del cocodrilo en el pecho. La firma Vesuvio decidió darle de baja a esta línea de producción y también recortar a la mitad la fabricación de camisas de mujer. La textil de capitales europeos, en septiembre de 2012 y con la presencia de la presidenta Cristina La Muchacha Progre, había inaugurado la ampliación de su planta en Pocito y dado el puntapié para que desde estas tierras salgan las remeras del cocodrilo.
La decisión de la compañía está atada a supuestos ‘’problemas de mercado’’ y ‘’altos costos de producción’’, por lo que la nave industrial que por entonces se habilitó quedó funcionando sólo al 25% de su capacidad, de un global de 3.000 m2 que dispone y que demandó una inversión -entre máquinas e infraestructura- de unos 6 millones de pesos. Así las cosas, al menos 80 personas perdieron el trabajo entre enero de 2013 y febrero de 2014 -dato de la Asociación Obrera Textil local-, aunque voces internas de la empresa elevaron ese número a 200. En este último tiempo hubo asambleas con los trabajadores para calmar los ánimos, tras la batería de despidos y los rumores puertas adentro.
Los empleados despedidos, según el gremio textil, son 80. Fuentes internas de la empresa hablan de 200 personas que quedaron en la calle. Argentina es el tercer país donde Lacoste Francia autoriza a fabricar sus productos fuera de la casa matriz, y el primero donde tiene una planta propia. Vesuvio está presente en el mercado argentino desde 1895 y sus productos son comercializados en cientos de tiendas.