Los relevamientos de consultoras, a diferencia del denostado Indec, afirman que la devaluación impactó negativamente sobre el bolsillo de los argentinos. La manipulación de los índices de inflación que el gobierno comenzó a hacer en el 2007 tuvo un impacto colateral sobre otros indicadores clave como el PBI. Pero fue en las estadísticas sociales donde más se notó la falacia que llevó a ocultar las cifras de la pobreza que ya alcanzaría al 30% de los argentinos.
El año pasado para el Indec la pobreza en el Conurbano durante el primer semestre se ubicaba en un 4,7% y la indigencia en sólo 1,4%, mientras que para el Observatorio de la deuda social de la UCA eran del 25% de pobreza y 7% de indigencia. Vale decir que sextuplicaban los números oficiales.
Además, otras mediciones también cuestionaban las cifras del Indec y marcan los mismos porcentajes. Tal el caso de los sondeos que realizan la CGT opositora de Hugo Moyano, el centro de estudios Cifra que depende de la CTA oficialista de Hugo Yasky, y el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci) de Libres del Sur.
Moyano ya lo había advertido en febrero, luego de la devaluación, que conforme al estudio realizado por la central sindical opositora, hoy son 12.459.000 las personas que no alcanzan a cubrir la canasta familiar estimada en 6.400 pesos, lo que significa que el 30,9% de la población se encuentra ya por debajo de la línea de pobreza.
Es dable recordar que la pobreza se calcula en base al nivel de ingresos de las familias que releva el Indec, y luego se compara con una Canasta Básica Alimentaria (CBA) y otra Canasta Básica Total (CBT), cuyo valor varía dependiendo del que se tome como base. Se calcula que con la devaluación de enero y la escalada inflacionaria de los últimos meses, los indicadores sociales amenazan con delatar resultados para nada alentadores. El titular del Isepci, Isaac Rudnik, estimó que “la pobreza tiene que estar cerca del 30%, y la indigencia puede haber subido un punto, hasta 8%”.
Las estimaciones privadas indican que, para una familia tipo, a febrero, la Canasta Básica Alimentaria sumó unos $2.500 pesos mientras que la Canasta Básica Total costó $4.400 pesos mensuales. Estas cifras casi triplican a las últimas estimaciones oficiales calculadas con el viejo IPC. De reconocer estas cifras, el oficialismo debería admitir la existencia de 1 millón de indigentes y 3 millones de pobres más de lo que viene admitiendo hasta hoy.