Por E. Simón
@simondixit
En septiembre del año 2010, el filósofo Juan José Sebreli visitó San Juan. Como no muchos periodistas locales lo han leído, desde Radio Sarmiento no tuvieron más remedio que invitarme a una entrevista que le harían en vivo al gran pensador argentino.
Durante el programa radial, pude hacerle preguntas, consultarle aspectos de sus apasionantes libros y departir sobre pequeños y grandes temas del país. Luego de esa extraordinaria experiencia, escribí lo que sigue.
uno
El maestro acaba de publicar un artículo imperdible en diario La Nación, donde desglosa agudamente el intento populista del matrimonio Kirchner, hoy convertidos en multimillonarios por obra y gracia de un país en el que siempre pierden los pobres. Me propongo acá dar una síntesis del pensamiento sebreliano respecto a la coyuntura. Y, de paso, si se me permite, remarcaré que el modelo K cuenta con la adhesión incondicional del gobernador Gioja, aspirante a la presidencia, a la vicepresidencia o a lo que de.
dos
Sostiene Sebreli que tras la llegada de la democracia al país, muchos de los compromisos con el pueblo argentino no fueron saldados. “Este desencanto incita a los intelectuales populistas, a través de Ricardo Forster, mentor de la agrupación Carta Abierta, a hacer un balance pesimista de las casi tres décadas de restablecimiento de la democracia”. Agrega que “olvida Forster que la mayor parte de esos años sucedieron con gobiernos peronistas, y los últimos siete, con el kirchnerismo. Forster habla despreocupadamente, como si él no fuera un intelectual orgánico de ese movimiento, cuando debería hacerse cargo del aumento de la desigualdad social, que alcanza cifras sin precedente, con el vertiginoso enriquecimiento de los nuevos ricos de la era kirchnerista, incluidos los propios Kirchner y sus allegados”, a los que el filósofo señala como “oligarquía plebiscitada”, haciendo uso del término que utilizó Osvaldo Guariglia.
tres
Si hay dos intelectuales fetiche a los que el matrimonio presidencial presta atención, dice Sebreli, "esos dos son Ernesto Laclau y su esposa, la belga Chantal Mouffe. Ellos impulsan fuertemente el populismo latinoamericano, un engendro que aún no está del todo claro, ya que no se entiende si el marco para llevarlo adelante es la democracia, o proponen una nueva forma de gobierno que, ojalá que no, es rayana al autoritarismo de izquierda". Es dable abrir paréntesis acá, para explicar que Forster siente gran admiración a Laclau.
cuatro
Sostiene Sebreli que Laclau, "ex trotskista-peronista convertido al posestructuralismo, sucumbió también a la fascinación de Carl Schmitt, jurista nazi rehabilitado por la izquierda posmoderna, que postula la división de la sociedad en amigos-enemigos, el decisionismo contra el debate parlamentario, el movimientismo contra el pluralismo y el poder del líder contra la mediación de los partidos y las instituciones republicanas”. Todo esto concuerda muy bien con el kirchnerismo", afirma, y sigue: "Cristina se dice discípula de Chantal Mouffe, la mujer de Laclau".
cinco
En otro tramo de su opinión, explica que “la supuesta redistribución del ingreso se reduce, a la manera de los bonapartismos del siglo XIX, a planes asistenciales, subsidios y prebendas clientelistas, en tanto que la proclamada recuperación del salario es socavada por la inflación, tema que el Gobierno no quiere ni puede hablar porque es una consecuencia inevitable del modelo económico populista, sesgado productor de pobreza”.
seis
El maestro dice que este es un gobierno “apoyado en el sindicalismo corrupto” (ver patrimonio Moyano), “los empresarios subsidiados”, “las dinastías provinciales” (feudo G), “los barones del conurbano, cómplices del narcotráfico”, y “los políticos tránsfugas” (sin comentarios). Acá agregaría a los empresarios de medios, que en San Juan son subsidiados por el Estado, y que se han caracterizado siempre por ser genuflexos al poder de turno, salvo raras excepciones. Se suma también una legión de periodistas sin ideología, que sólo marchan detrás de la ganancia y el éxito efímero de “estar en los medios” a cualquier precio, incluso de rodillas. No daré nombres a fin de no herir egos dispersos que pululan sin remedio por radios, diarios y canales.
siete
"Tanto Forster como Laclau incurren en una falsa dicotomía entre igualdad y libertad, compartida, aunque con signo contrario, tanto por la izquierda como por la derecha no democráticas”, sostiene Sebreli, y añade: “Después de la trágica experiencia de los totalitarismos de izquierda del siglo pasado no se puede seguir sosteniendo la necesidad de limitar las libertades para alcanzar la igualdad: por el contrario, no puede haber igualdad donde no hay libertad. Igualdad de derechos y de oportunidades, y condiciones sociales adecuadas para elegir el propio estilo de vida, son inseparables”.
ocho
El maestro dice que “es un avance que Forster haya abandonado los discursos dogmáticos de Carta Abierta, para entrar en el debate en un lenguaje llano. Pero el anterior hermetismo de la jerga academicista y neobarroca ocultaba el simplismo de sus ideas. Con el estilo actual, en cambio, queda en evidencia la pobreza argumentativa y la chatura intelectual de las que acusa a sus contrincantes. Incurre así en burdos insultos, por ejemplo, animalizar a los adversarios usando, como categoría política, la palabra gorila, extraída de un viejo programa radial cómico”.
nueve
“Más allá del socialismo y del liberalismo”, sostiene Sebreli, “del autoritarismo antidemocrático de izquierda o de derecha, creo en la necesidad de llegar a un delicado equilibro entre individuo y sociedad, estado y mercado, libertad e igualdad, reconociendo que el Estado no debe sustituir al mercado, pero, a la vez, no puede renunciar a tareas que le son inherentes: la educación, la salud, la seguridad, la justicia, en las que, precisamente, el kirchnerismo no se ha mostrado eficaz y ni siquiera demasiado interesado”.
diez
Sobre el final, sostiene Sebreli que “los Kirchner no llegaron ni siquiera a construir un populismo cabal como lo hicieron Perón y ahora Chávez, porque le faltan algunos de sus elementos constitutivos: ni Néstor ni Cristina son líderes carismáticos ni tienen capacidad de convocatoria para movilizar a las masas -fuera de algunas minorías universitarias-, ni suscitan adhesiones apasionadas. Y un populismo frío es una contradicción en los términos”.