Por Tatiana Tzarhiug
Julio Cortázar está en todos los rincones de nuestra casa: en un texto que se vende en los interminables kioscos de diarios; en la plaza que lleva su nombre y donde ahora duermen
niños bulliciosos; en las librerías donde se destacan algunas de sus obras. Y también en las paredes. Alguien escribió "¡Vivan los Cronopios!" en un muro, y otra persona, a las
pocas cuadras, garabateó un mensaje para el gran escritor argentino: "¡Volvé, Cortázar, ¿qué te cuesta?¡".
Cortázar intentó, y logro ir contra las formas típicas del cuento y la novela, fue a buscar el otro lado de la Luna, fue un jugador empedernido que descubre la verdad en el fraude de los nombres, los lugares comunes, y la superficie en la que vivimos y aprendemos.
Gabriel García Márquez, el colombiano Premio Nobel de Literatura 1982, alguna vez reconoció haberse sentido atraído por la calidad narrativa de Julio Cortázar, estando en París, llegó a esperarlo “durante semanas” en un café. Le habían pasado el dato de que solía frecuentar el café, alguna que otra vez. Así fue que un buen día los escritores se encontraron.
García Márquez sintió que Cortázar se le presentaba “como una aparición”. –“Era el hombre más alto que hubiera podido imaginar, tenía una cara de niño perverso dentro de un gran abrigo negro que más bien parecía una sotana de viudo, y los ojos muy separados, oblicuos como los de un novillo, y tan diáfanos que podrían haber sido los del diablo, si no hubieran estado sometidos a los designios del corazón”, recordó años más tarde.
Cortázar escribió alguna vez que “Todo depende de la idea que uno haga de ese ser casi irreal al que llamamos espectador. Para algunos, el espectador es un excelente sujeto al que hay que enseñarle la belleza y la verdad mediante una cuidadosa estética.
A mí me parece bien esa empresa de reajuste de la realidad burguesa, esa mostración de un mundo que está cambiando vertiginosamente de claves y principios. Pero el espectador, al margen de su condición de hombre comprometido, sigue y seguirá siendo también un hombre capaz de gozar de la aventura estética más refinada si se le dan poco a poco las claves necesarias, si se lo invita al goce o a la angustia en un plano esencial, al margen del problema del petróleo o del racismo, igualmente esenciales, pero que pertenecen a un mundo de acción, aunque se traduzca en novelas o películas”.
Cortázar es en apariencia un escritor tardío; de publicación y reconocimiento demorados. Julio Cortázar no existía en las librerías ni en el reconocimiento crítico. Había publicado algunos cuentos, otros bajo algún seudónimo – pero su realidad editorial eran las pilas y pilas de ejemplares del pequeño Bestiario que languidecían desde hacía años, en compañía de otros tantos textos.
La vida en un paraíso triste
Por Julio Cortázar
Nací en Bruselas en agosto de 1914. Signo astrológico, Virgo; por consiguiente, asténico, tendencias intelectuales, mi planeta es Mercurio y mi color es el gris, aunque en realidad me gusta el verde. Mi nacimiento fue un producto del turismo y la diplomacia; a mi padre lo incorporaron a una misión comercial cerca de la legación argentina en Bélgica, y como acababa de casarse se llevó a mi madre a Bruselas. Me tocó nacer en los días de la ocupación de Bruselas por los alemanes, a comienzos de la Primera Guerra Mundial. Tenía casi cuatro años cuando mi familia pudo volver a la Argentina; hablaba sobre todo el francés y de él me quedó la manera de pronunciar la "r" que nunca pude quitarme. Crecí en Banfield, pueblo suburbano de Buenos Aires, en una casa con un gran jardín lleno de gatos, perros, tortugas y cotorras: el paraíso. Pero en ese paraíso yo era Adán, en el sentido de que no guardo un recuerdo feliz de mi infancia: demasiadas servidumbres, una sensibilidad excesiva, una tristeza frecuente, asma, brazos rotos, primeros amores desesperados, Los venenos es muy autobiográfico. Estudios secundarios en Buenos Aires: maestro normal en 1932. Profesor normal en Letras en 1935. Primeros empleos, cátedras en pueblos y ciudades de campo, paso por Mendoza en 1944-1945 después de enseñar siete años en escuelas secundarias. Renuncio a través del fracaso del movimiento antiperonista en el que anduve metido, vuelta a Buenos Aires.
Ya llevaba diez años escribiendo, pero no publicaba nada o casi nada (el tomito de sonetos, quizás un cuento). De 1946 a 1951, vida porteña, solitaria e independiente; convencido de ser un solterón irreductible, amigo de muy poca gente, melómano, lector a jornada completa, enamorado del cine, burguesito ciego a todo lo que pasaba más allá de la esfera de lo estético. Traductor público nacional. Gran oficio para una vida como la mía en ese entonces, egoístamente solitaria e independiente. (Carta de Julio Cortázar a Graciela Maturo enviada desde París el 4 de noviembre de 1963, e incluida en el libro Julio Cortázar y el hombre nuevo, de Maturo.) No se aprende sólo a escribir leyendo a Cortázar, también se aprende a vivir. Su obra está vivísima, no entró en la oscura nube del olvido.
- Mario Benedetti: "La suya es una noche circular, o como él mismo la define, ‘un río que en sí mismo desemboca’. Su noche es ‘la noche del testigo’. Pero de esa noche, como de su mesa de trabajo con lápices, pipas y manuscritos sobre la que brinca su gata Fanelle, también podría decirse, como él juega y escribe: ‘Todo aquí es tan libre, tan posible, tan gato’. El poeta usa su libertad para remover sus viejos y nuevos papeles. Como bien dice Basho y Cortázar retoma, ‘este camino/ya nadie lo recorre/salvo el crepúsculo’. Ese camino de lo que se hizo, bien o mal, con éxito o con frustración, ya nadie lo recorre, ya nadie tiene ánimo y lucidez suficientes como para reconocerlo y aprender, recordar y elegir." Hay quienes dicen que hay dos Cortázar: el apolítico y el posterior a su apoyo a Cuba. Cuando él era antiperonista, eso aparece en Casa tomada, Omnibus, Las puertas del cielo o Bestiario; pero es una posición que luego cambió. Cortázar es el único autor de género fantástico que, sin renunciar a él, incorpora el contexto político, social e histórico; ni Borges, ni Bioy Casares, ni Lugones, ni Horacio Quiroga, incorporan el grado de referencia real a la vida y la política cotidianas. Lo fantástico en lo cotidiano.
Cortázar jugó un papel muy importante en sus denuncias sobre los crímenes del Proceso Militar Argentino, hizo pesar su prestigio, militó y ayudó en lo que pudo. Esos fueron sus principales conflictos en relación a su papel de escritor. Muchos intelectuales argentinos interpretaron la transformación política de Cortázar como un giro algo superficial hacia el socialismo, El trato que recibió Julio por parte de sus colegas argentinos no ha sido ni justo, ni ecuánime, ni siquiera honesto. La actitud política de Cortázar fue sincera y coherente hasta el último momento. No había nada de superficial: instauró el proceso contra la dictadura de Pinochet a través de sus investigaciones sobre torturados y desaparecidos, formó parte del Tribunal Russell y dedicó buena parte de sus derechos de autor a ayudar a la revolución cubana y a la nicaragüense. Por lo demás, empleó su influencia sobre Fidel Castro y los líderes de la revolución para intentar disuadirlos de su política contra los homosexuales, rescató a muchos presos políticos de las cárceles.
Nunca fue un disipado, ni un burgués, sólo vivió humildemente.
Cortázar, no sólo era una figura central de la literatura hispanoamericana, sino un claro referente en la denuncia de las atrocidades que cometía en la Argentina la dictadura militar.
Cortázar murió en 1984, poco después del retorno de la democracia, sin haber sido recibido por el presidente Raúl Alfonsín unos meses antes.
Adjunto banda sonora Miguel Zenón & Laurent Coq
El Club de la serpiente - correspondiente al disco Rayuela.
Personnel: Miguel Zenón: alto saxophone; Laurent Coq: piano; Dana Leong: cello, trombone; Dan Weiss: drums, tabla, and percussion.