Los analistas lo atribuyen a la crisis policial, los cortes de energía y la sensación de ausencia de la presi. Mientras el país enfrenta varios frentes de crisis, da la impresión de que estamos en manos del violento de Jorge Todo Terreno Capitanich. El Gobierno tiene un 58,4% de desaprobación y un 30,6% de aprobación. Otra consultora le da un 45% de apoyo a la gestión.
Lejos quedó el idilio de octubre, cuando la enfermedad y la convalecencia dispararon la imagen positiva de Cristina La Muchacha Progre Kirchner, aun con la derrota electoral como pesado telón de fondo. Lejos quedó también el baño de expectativa que acompañó su regreso, con ministros nuevos y desplazamientos largamente esperados. Lejos de aquellos escenarios (tan cercanos en el tiempo), el fin de año encuentra a la Presidenta y al Gobierno en otra fase crítica de su vínculo con la opinión pública.
Divorcio entre la política y los problemas "de la gente", sensación de abandono y ausencia del Estado, una Presidenta cada vez más replegada y una imagen que, como mínimo, cae a los niveles previos a octubre. Los elementos se combinan en el diagnóstico de cuatro analistas de opinión pública consultados por la nación para abordar el legado de un diciembre complejo (también) en términos de imagen presidencial.
"Hoy la opinión pública percibe un gobierno ausente. Hay una pérdida en gestión y en imagen asociada a esa percepción", planteó Mariel Fornoni, de Management&Fit. La última medición de su consultora, previo a las protestas por los cortes de luz, registró un 58,4% de desaprobación y un 30,6% de aprobación del Gobierno. "Más que caída hubo una vuelta a los niveles de todo el año, con excepción de la suba circunstancial por la enfermedad", advirtió Fornoni.
La analista volvió sobre la idea de ausencia. "La gente siente que nadie toma decisiones sobre temas que le preocupan. De nuestros relevamientos surge que no saben dónde está Cristina, si está de licencia, si está de vacaciones, si la reemplaza el vicepresidente, Amado Boudou o el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. No está claro quién está a cargo", ahondó. Fornoni completó el panorama con la expectativa que generó el recambio de ministros. "El capital de Capitanich se evaporó a la semana y Axel Kicillof no pasó de decir que va a vigilar los precios y de recargar las compras con tarjeta de crédito. Desde expectativas altas, la caída es mayor", graficó.
También Graciela Römer jugó con la pérdida de imagen positiva en el último tramo de 2013. "Para el Gobierno, el año tendría que haber terminado hace un mes, cuando se registró una nueva caída en la imagen asociada a la violencia derivada de la crisis de las fuerzas de seguridad primero y al fuerte malhumor social por la crisis del sistema eléctrico después", precisó. "Definitivamente, los cortes de energía impactan en la retracción de la imagen del Gobierno", añadió Römer. Y remató: "Aunque la responsabilidad [por los cortes] es compartida entre el Gobierno y las empresas, una población en estado de indefensión siempre es responsabilidad del Estado".
También Poliarquía Consultores registró el vaivén en la imagen presidencial. Según sus datos, Cristina Kirchner comenzó 2013 con una aprobación de más del 50% y termina el año con un 45% de apoyo.
Para Carlos Germano, de Carlos Germano y Asociados, la caída de la imagen presidencial se explica por una ruptura de la política con la sociedad. "Hay un divorcio muy fuerte entre la política y lo que le pasa a la gente", apuntó. El politólogo aseguró que el Gobierno "está sintiendo fuertemente el impacto negativo" de varios frentes a la vez. El grado de anomia es tal que, más allá del tema del que se trate, el reclamo es al gobierno nacional", advirtió.
Rosendo Fraga, de Nueva Mayoría, opinó que Cristina Kirchner "termina el año con su imagen afectada por los efectos de la crisis social que está viviendo la Argentina". Coincidió con sus colegas en que la imagen de la jefa del Estado "se había recuperado con motivo de la enfermedad", pero que "se perdió desde su regreso". Mencionó como mojones de ese proceso la seguidilla de levantamientos de las policías provinciales, la "ola de saqueos" y las protestas por los cortes de luz. Fraga se detuvo en la reacción del Gobierno a los embates de la coyuntura. "La estrategia de adjudicar estos hechos a intentos de desestabilización no es convincente para la gente", sentenció. Y completó: "No lo fue tampoco el tono festivo de la conmemoración de los 30 años de democracia cuando moría gente por los saqueos". Señaló, además, que la Presidenta "se replegó dejando el costo de esta etapa en manos del jefe de Gabinete", pero advirtió que esa delegación "no la ha preservado demasiado".