Por Rubén Vadol
Con más de 50 años de historia, el Mercado de Abasto y Feria Municipal es uno de los lugares más populares de San Juan. La gran variedad de verduras y frutas, sumado a los bajos precios, hacen que por día visiten este lugar más de 1.000 sanjuaninos. No obstante, el chacarero, el vendedor, el pequeño productor, está abandonado, trabaja en pésimas condiciones, y lo peor de todo, ni siquiera tiene la posibilidad de exigir un lugar más cómodo de trabajo.
La Feria Municipal se instaló en su ubicación actual, en el predio ubicado entre las calles 25 de mayo, Patricias Sanjuaninas, Pedro Echagüe y Buenaventura Luna en 1956. Pasaron más de cinco décadas y la infraestructura sigue siendo tan precaria como la de aquellos tiempos. Los años golpearon todas sus estructuras, lo que se puede leer en el marcado rostro de los chacareros que acarician el recuerdo de que nada cambio en la feria.
Las instalaciones de los baños fueron arreglados hace dos años por el municipio de la capital, quien por cierto es el dueño y administrador del lugar, pero no es suficiente cambiar un caño o un surtidor por donde pasan más de 1.000 personas por día. Perdidas de agua (que no es potable), falta de limpieza, precarias conexiones eléctricas, y nefasta organización de puestos con lo que conviven diariamente cientos de personas.
Acequias delineadas, un tinglado y un pequeño armazón de cemento es todo lo que protege a los chacareros de las extremas temperaturas de San Juan. Pues el productor no sabe de bienestar, solo sabe de sufrimiento. Juega, discute, pelea con la presión de vender una verdura o fruta para llevar dinero a su casa en medio de un torbellino de incomodidades que nuclea su trabajo.
Falta de agua potable, falta de seguridad, falta de ordenamiento, falta de infraestructura, falta, falta, falta…Todo falta en la feria menos quien cobre el boleto. El puesto cuesta $25 por día mas el derecho a ofrecer mercadería que es de $20 diario. Los números no coinciden con la inversión y mucho menos con las condiciones laborales.
Cuenta con más 320 puestos de venta en los que los pequeños y medianos productores, la mayoría con mucha antigüedad en la feria, comienzan muy temprano a ofrecer sus productos. Parados al costado de sus verduras o sentados en un viejo cajón en desuso, repliegan sus palabras ante el director de la feria y sus “administradores”, ya que toda pregunta sobre mejorar la calidad del trabajo se transforma en una respuesta voraz y despectiva: “si no le gusta no venga mas”.
Ni el gobernador, ni el intendente y mucho menos los ministros hacen algo para cambiar la realidad de los chacareros que se encuentran cada día más desprotegidos y marginados. Acentuando cada día mas las diferencias sociales que se proponen desde el poder político.
El trabajo dignifica, pero trabajar significa esforzarse física y/o psíquicamente, no, vuelvo a repetir, no, el sufrimiento del ser humano para ganarse el pan de cada día. Las condiciones de la feria municipal siguen siendo deplorables, en un San Juan que crece en infraestructura, ante la mirada perdida de las penas y sufrimientos de los chacareros.