La política que mayor aceptación ha tenido es la Asignación Universal por Hijo. El oficialismo la reivindica como un gran logro y la oposición no presenta críticas, salvo formalidades como que no fue aprobada por ley sino por decreto. Ambos pasan por alto que, debido a su rudimentario diseño, probablemente esté promoviendo la reproducción intergeneracional de la pobreza más que un proceso sostenido de inclusión social. Las experiencias acumuladas locales y de otros países, sugieren que hay elementos de diseño y gestión que se deberían mejorar.
La Asignación Universal por Hijo es uno de los pocos casos de política pública que congrega un alto nivel de consenso. Prueba de ello es que la mayor parte de la oposición no cuestiona su diseño ni su gestión. A lo sumo, plantea cuestionamientos de tipo formal como, por ejemplo, que no fue sancionada por una ley del Congreso Nacional sino por un decreto de necesidad de urgencia. Parecería que se trata de una intervención de impactos muy positivos sobre la que habría poco por mejorar.
El programa consiste en un estipendio que se otorga a madres inactivas o que trabajen en la informalidad o en el servicio doméstico con una remuneración inferior al salario mínimo. El 80% se paga de forma mensual y el 20% restante está condicionado a que la madre cumpla con controles sanitarios y asistencia escolar de los niños. En la actualidad se paga $460 por hijo, hasta cinco hijos. Esto implica que se puede recibir hasta $2.300 mensuales.
Un tema complejo pero central como determinante del éxito de las políticas sociales es desentrañar los incentivos que los beneficios generan en la propensión a trabajar de los beneficiarios. En este sentido, la información oficial del INDEC correspondiente al 4° trimestre del 2012 permite observar que:
- Las mujeres que tienen empleo en el sector informal cobran en promedio $2.073 mensuales trabajando una media de 32 horas semanales.
- Las mujeres en el servicio doméstico obtienen una remuneración de $1.220 mensuales trabajando una media de 29 horas semanales.
- Es decir que, para una mujer con bajo nivel de calificación laboral y varios hijos, el subsidio estatal es similar a la remuneración que obtiene en el mercado laboral.
Estos datos oficiales desnudan la gravedad de los problemas laborales que sufren los segmentos más postergados de la sociedad. Dadas las precarias oportunidades laborales que enfrentan las mujeres con bajos niveles de calificación, la inactividad –es decir, no incorporarse al mercado laboral para desempeñar un empleo remunerado– es una alternativa siempre latente. Con el actual diseño de la Asignación Universal por Hijo no sólo que no se revierten estos incentivos a la inactividad laboral de las mujeres sino que se acrecientan.
Cabe alertar que, en la inactividad laboral, la dependencia del subsidio tiende a perpetuarse ya que se cierran las puertas a que el progreso y la salida de la pobreza sea por la vía del trabajo y el esfuerzo propio.
También hay que considerar los riesgos de alterar la planificación de la maternidad. Con datos del INDEC se puede estimar que entre las mujeres menores de 25 años que tienen hijos la proporción que no estudia, no trabaja, ni busca trabajo asciende al 57%. Esta proporción entre las que no tienen hijos asciende a apenas 17%. Madres que no estudian, ni trabajan no sólo condicionan la situación presente sino el futuro de sus hijos. Está demostrado que a menor nivel de educación de las madres más modesto es el desempeño escolar de los niños.
Argentina no ha innovado, ni mucho menos, con la Asignación Universal por Hijo. Varios países de América Latina, tal el caso de México, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Uruguay y Brasil, habían implementado antes que la Argentina intervenciones similares (técnicamente llamadas programas de transferencias condicionadas). Por eso, resulta muy llamativa la rusticidad del diseño en el caso argentino. Los abordajes de Chile, Uruguay, Brasil, por ejemplo, son más sofisticados ya que apuntan a evitar que el subsidio se multiplique proporcionalmente con la cantidad de hijos y lo complementan con acciones de planificación familiar, guarderías infantiles, apoyo escolar y/o formación para el trabajo.
El amplio consenso que goza la Asignación Universal por Hijo debería ser aprovechado para la evaluación crítica y propender a mejorar su diseño y gestión. Sólo de esta manera se podrá convertir a la Asignación Universal por Hijo en una herramienta eficaz de promoción social. Es decir, migrar del “asistencialismo a perpetuidad” hacia un instrumento moderno de promoción de las familias pobres para salir de la trampa de la vulnerabilidad.
Fuente: www.idesa.org